Un pequeño paso para el contador, un gran paso para la profesión

Los contadores tenemos en la actualidad y desde hace tiempo un rol preponderante en la actuación del Estado como recaudador de impuestos y contribuciones.

Como bien sabemos, esa función le corresponde, a nivel nacional, específicamente a la AFIP, un organismo que se encarga de hacer que los contribuyentes cumplan con las normas tributarias emanadas del Poder Legislativo.

En los últimos años esas normas tributarias se han ido incrementando y modificando constantemente haciendo que los contribuyentes, en su gran mayoría, no puedan por si solos determinar su propia carga impositiva.

Por ello es que, más que nunca, se necesita el asesoramiento de profesionales expertos en la técnica de liquidación de los tributos por ser quienes estamos al tanto de todos los cambios que se van produciendo, descontando, por supuesto, que contamos con conocimientos profundos sobre los distintos impuestos que recaen sobre la población.

Más aún, para los pequeños comerciantes y prestadores de servicios que trabajan por cuenta propia, sin estructura de empresa, hoy en día es muy difícil que puedan valerse por si solos para cumplir con sus obligaciones y para ellos también es necesaria la asistencia y el asesoramiento permanente del contador.

Y, aunque suene políticamente incorrecto, considero que esto no debería ser así.

La masificación de normas, los cambios constantes, la aparición de innumerables obligaciones que deben cumplir hasta los pequeños contribuyentes, hacen que seamos cada vez más indispensables. Y la cruel consecuencia de esto es que no podamos cumplir con todas esas obligaciones que asumimos al tomar un cliente.

En el entendimiento que el origen de nuestra problemática cotidiana está dada por lo que describimos antes, se debe trabajar en modificar esa tendencia e ir en dirección de un nuevo paradigma sobre el rol del contador.

Es función del poder político, llámese Poder ejecutivo y legislativo, simplificar y armonizar el sistema tributario nacional haciendo que el cumplimiento de las obligaciones fiscales no signifiquen una pesada carga para los contribuyentes.

Ahora bien, los contadores no estamos ni podemos estar ajenos a eso. Sería importante que podamos participar, aportar ideas, proponer y ayudar a lograr esta simplificación. Somos la profesión más capacitada para interpretar las leyes tributarias, por ende, somos más que necesarios para lograr un cambio radical.

Es indudable que la queja constante no lleva a ningún lado si no ponemos algo más de nosotros mismos. Necesitamos modificar esa visión pesimista de la profesión. Para ello, por supuesto, necesitamos también que los demás organismos colaboren al respecto.

El avasallamiento sobre la labor del profesional se debe cambiar desde abajo. Si no modificamos nuestra postura, nuestras formas de llevar adelante nuestra actividad, difícilmente se puedan lograr cambios profundos.

Saber determinar y cobrar honorarios acordes a la tarea realizada, dar a conocer a nuestros clientes la problemática con la que nos enfrentamos a diario, mostrar las deficiencias constantes en las herramientas que brinda AFIP para el cumplimiento de las obligaciones (los aplicativos y su página web principalmente), son algunas de las formas que tenemos de hacer un poco más digna nuestra profesión.

En la mayoría de los casos, los clientes entienden la situación y hasta se apiadan de nuestro trabajo.

También es importante conocer y analizar hasta donde podemos llegar con nuestra actividad por si solos. Ante la acumulación de tareas es un error continuar tomando clientes que sigan sumando obligaciones a nuestro día a día laboral.

Adaptarse a los cambios y a las nuevas tecnologías que a nivel mundial van avanzando sin parar. Establecer mecanismos de trabajo grupal o colaborativo. Todo suma.

La tecnología no puede no formar parte de nuestra vida laboral. Y esto también lo deben entender los organismos, como la AFIP, que con la prohibición de utilizar bots en su sitio web nos limita profundamente en nuestras tareas diarias. Las nuevas tecnologías llegaron para quedarse y, particularmente en nuestro caso, para aliviar nuestra labor cotidiana.

Sin dudas es una medida que se debe revisar, una medida que salió de la nada sin consultar a los profesionales, quienes en gran parte somos usuarios de esa tecnología. Por eso es importante aquí la labor de los Consejos, como el caso de CABA, donde inmediatamente conocida la medida solicitó al fisco una reunión para plantear inquietudes y pedir que se revea la medida tomada. La decisión final es de AFIP, pero lo importante es plantearlo y saber que estamos “al acecho”, pidiendo y remarcando que se trata de un error.

Por supuesto que la economía de cada uno es distinta y cada quien sabrá analizar estas situaciones. Honorarios acordes y cantidad justa de clientes. La búsqueda de ese equilibrio es lo que debemos lograr como profesión.

Y justamente eso se debería lograr, como primera medida, con una simplificación del sistema tributario. El contador debe velar por el correcto cumplimiento de los impuestos a cargo de los ciudadanos, debe ser un planificador impositivo, debe asistir y asesorar a empresas y personas con capacidad contributiva acorde a la inversión que deben realizar para obtener ese asesoramiento profesional.

Nuestra actividad no puede centrarse en ser meros informantes del fisco mediante la carga de datos en aplicativos que no funcionan como deberían funcionar. Necesitamos autopercibirnos como una profesión mucho más capacitada y preparada para llevar a cabo tareas mucho más complejas y desafiantes. Ciertamente estamos para más, y eso hay que hacerlo notar.

A su vez, los Consejos no tendrían porqué solicitar cada año, cada mes, cada nuevo aplicativo que se solucionen errores, que se hagan las cosas bien, que se otorgue más plazo para cumplir por las propias deficiencias del fisco. No se puede recurrir a la justicia todos los años para lograr lo que ya debería ser algo natural: si los aplicativos no están cuando deben estar, no se puede exigir el cumplimiento en el corto tiempo disponible.

Por eso se debe trabajar en conjunto, nosotros desde abajo, los Consejos como intermediarios escuchando y proponiendo soluciones y mejoras, aportando ideas de calidad y sustentables en el tiempo, y con los organismos del Estado como la punta de la pirámide desde donde deben materializarse esos avances en pos de jerarquizar de una vez por todas nuestra profesión.

El rol del contador en la actualidad va mucho más allá de lo que debería ser y el cambio debe nacer desde nosotros mismos, con los Consejos Profesionales sosteniendo e insistiendo en mejorar la calidad de nuestras tareas y enfrentando el avasallamiento producido por los organismos como consecuencia de un sistema que de a poco nos fue devastando como profesión.

Sin dudas, como en cualquier búsqueda de cambio, se puede y se debe empezar por uno mismo. De esta manera, y en el tiempo, el primer paso dado será un pequeño paso para el contador y un gran paso para la profesión.

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