El ministro de Economía, Luis Caputo, reveló que la reforma tributaria no será única ni inmediata, sino escalonada y permanente. “Será constante, en la medida en que vengan más inversiones y crezca la economía en la Nación y las provincias”, aseguró.
Según IProfesional, entre los ejes principales, el funcionario mencionó reducciones progresivas del IVA, el impuesto al cheque, los derechos de exportación y el Impuesto sobre los Ingresos Brutos provincial, en un esquema coordinado con las jurisdicciones.
Según adelantó Caputo, los ajustes en Ganancias serán los primeros en aplicarse, ya que estarán incluidos dentro de la reforma laboral que el Gobierno enviará al Congreso en sesiones extraordinarias.
El proyecto prevé aumentar el Mínimo No Imponible y las deducciones personales, reducir las escalas y establecer un ajuste automático semestral por inflación. “La meta es que muchos menos trabajadores paguen el impuesto”, afirmó el ministro en declaraciones a La Nación+.
Además, el Gobierno eliminaría cerca de 20 impuestos menores distorsivos, aplicados sobre bienes de consumo o actividades específicas, varios de los cuales podrían ser derogados por decreto.
Caputo también destacó que ARCA podrá simplificar el sistema mediante la creación de un padrón único digital que unifique IVA, Monotributo y Autónomos, mejorando la fiscalización y la gestión tributaria.
Respecto al IVA, el Gobierno proyecta una baja de entre 2 y 3 puntos porcentuales, que reduciría la alícuota del 21% actual al 19% o 18%.
En una segunda etapa, la propuesta más ambiciosa —impulsada por el presidente Javier Milei— apunta a instaurar un “IVA dividido” entre Nación y provincias, lo que implicaría una reforma integral del régimen de coparticipación federal.
La idea consiste en fraccionar el impuesto: Nación recaudaría cerca del 9% o 9,5%, mientras que las provincias recibirían la diferencia, con la potestad de fijar su propia alícuota.
El objetivo es descentralizar el poder fiscal y reemplazar impuestos distorsivos como Ingresos Brutos o la Tasa de Seguridad e Higiene municipal. Sin embargo, expertos advierten que podría profundizar las desigualdades regionales, ya que las provincias con menor consumo deberían elevar su parte del IVA para sostener la recaudación.
En cuanto al Impuesto a los Débitos y Créditos Bancarios, Caputo confirmó que se buscará reducirlo gradualmente hasta su eliminación, siguiendo el esquema ya vigente para las pymes, que permite computarlo como pago a cuenta de otros tributos.
Considerado un impuesto distorsivo, el llamado “impuesto al cheque” desincentiva la bancarización, fomenta el uso de efectivo y encarece las operaciones al aplicarse en cascada sobre toda la cadena de valor.
Caputo también reiteró su compromiso con el campo: las retenciones se irán reduciendo a medida que la situación fiscal lo permita.
Reconoció que, aunque son una fuente clave de ingresos, también reducen la rentabilidad de los productores, encarecen los costos y desincentivan la inversión y la incorporación de tecnología.
“El objetivo es aumentar las exportaciones y fortalecer la generación de divisas sin castigar al productor”, señaló el ministro.
Empresarios y tributaristas coinciden en que el Impuesto sobre los Ingresos Brutos es el más distorsivo del sistema fiscal argentino.
Grava cada etapa del proceso productivo, genera efecto cascada y piramidación, incrementa precios al consumidor y reduce la competitividad de las empresas.
A pesar de ello, representa cerca del 80% de los ingresos de las provincias, lo que dificulta su reemplazo. Según analistas, esta dependencia fiscal explica por qué la reforma tributaria deberá aplicarse por etapas, adaptándose al ritmo de crecimiento económico y fiscalización.